MOMO SAMPLER, EL ÚLTIMO DISCO DE LOS REDONDOS

 

 

Un doloroso viaje a la alienación

Se llama Momo Sampler y sale el viernes. Es el noveno álbum del grupo que lideran el Indio Solari y Skay Beilinson. Aquí, las máquinas sirven para auxiliar el rock maduro de un CD de aire siniestro.

Veinticinco años después de los primeros escarceos platenses —del teatro de guerrilla a River, el evento tal vez insuperable— Carlos Solari y Skay Beilinson parecen estar más cerca de develar ese misterio que designaron con el nombre de Patricio rey. Como siempre, el cantante/letrista y el guitarrista/arreglador se encerraron por meses a extraer el guión de un nuevo drama que la banda (que casi ni participó del disco y esto sí es nuevo) ejecutará en el próximo acto ritual del grupo. Y ahora que la tecnología lo permite (y el programador Hernán Aramberri devino tercer redondo sin contar la ingeniería psíquica de Poli), el proceso creativo de Patricio Rey parece evolucionar hacia un acto solitario. En Momo sampler aparece una máscara bajo la cual, como si fuera una piedra mítica, yace la sigla PR. Hay aquí un doloroso viaje a la alienación y la paranoia en el que la voz de Solari y la guitarra de Beilinson subrayan una suerte de murga cyberg. Este disco asfixia. Momo sampler es una continuación de Ultimo Bondi a Finisterre y ningún regreso a las fuentes. Le faltan picos de estilo como Gualicho y La pequeña novia del carioca, pero el uso de las máquinas es más certero y sobrio, lo que otorga un aire siniestro. Salvo en contadas ocasiones, las máquinas son en este disco prótesis para auxiliar el maduro rock de Patricio Rey. Cuya mayor virtud sigue siendo estimular el enigma frente a una escena que pretende llamar las cosas por su nombre y apenas si logra conjurar el nombre de las cosas. Aquí, Momo sampler tema a tema.

El templo de Momo: Apertura contundente y emblemática. En las estrofas el Indio canta sobre un lecho digital y el estribillo es pura explosión rocker. El bajo, como en todo el disco, va por cuenta de Skay.

Morta punto com: La saga del Puti club (1989) que se rastreaba en Las andanzas del capitán Buscapina sigue en este grotesco, un cyber cocoliche de bajo vuelo.

La murga de los renegados: Prótesis tecno. Con timbres y programaciones adecuadas, las estrofas están lanzadas con vértigo de martillo neumático y Skay dibuja en un puente de treinta segundos su línea de guitarra más evocadora.

Dr. Saturno: Solari se permite una picardía en la rima "Saturno dame un turno" y abundan visones dolorosas. Crece con cada escuchada.

La Murga de la Virgencita: No puede evitarse pensar en U2 como el paradigma de rock contemporáneo para los Redondos. Estructuras rígidas, riffs de guitarra como sirenas y una antológica secuencia de cuerdas, chisporroteo tecno y la frase "será el propio buen Dios quien toca así el tambor y ahuyenta a su clientela".

Pool, Averna y papusa: La trilogía es críptica. La canción, no tanto y lo más parecido a un blues de los de antes.

Murga purga: Lawrence de Arabia en Montevideo o algo así. Un riff de guitarra clásico engarzado a una línea de batucada y la frase: "penas del corazón que duran siempre menos que las de la prisión".

Sheriff: El mejor nuevo tema de Solari y Beilinson. Pulso de respirador artificial, líneas de guitarra fantasmales, samplers quebradizos y un relato de sadomasoquismo social que se vuelve especialmente doloroso en la voz increpante de Solari. Dice "Mi sheriff gigoló meta bala por favor/con tu gracia criminal empezá ya la puta cosa y sé feroz" hace mal escucharlo. Una joya.

Pensando como una acelga: Lo más retorcido del disco. Solari lleva la letra como si cantase un tango sólo que líneas como "en plan de chofer suicida y de curabichero on line" lo acercan al auto cliché.

Una piba con la remera de Greenpeace: Recuerda a La pequeña novia... y está a cien estribillos del grupo. La gracia aparece en la línea "Nunca supo buscarse la vida, su cuna fueron restos de un Mehari".

Rato Molhado: Un aire celta cierra el noveno disco del grupo. Denso y hasta tedioso insiste con metáforas de free shop: "Rociado con kenzo jungle moldeado por Inter-Nova". Se esfuma Solari al grito de "Una sombra chinesca que encandila a su muerte y se va..."

 

"Momo Sampler": el disco con el que retorna un grupo rockero que vive entre el mito y la polémica

Los carnavales del Indio Solari

Es el décimo trabajo de la banda más popular del rock nacional

Esta vez, los Redondos han elegido dedicarse al tema del carnaval. "Momo Sampler" es el título del nuevo disco. Las letras insisten tanto en la idea de fiesta pagana como en la palabra murga, que se repite en el nombre de las canciones. Además, en la tapa -su presentación es una nueva sorpresa de Rocambole, con medalla incluida-, "Momo Sampler" es definido como un carnaval de la emulación.

"Es que el carnaval, tradicionalmente, era algo cíclico, y eso era lo rico del asunto -aclara el Indio Solari, dispuesto a charlar, junto a los otros dos soportes de los Redondos, Skay y la Negra Poli, sobre el nuevo trabajo-. Hay una definición del siglo XIII, Domingo de Carnes Tolendas, o sea el domingo antes de quitar las carnes. Era la famosa entronización del loco y el tonto del lugar, para quedar todos sujetos durante esos días a sus caprichos. Se invertían los roles y el disfraz permitía decirle al señor feudal lo que de otro modo sería imposible. El problema ahora es que se ha transformado en un continuo. El relato de "Momo Sampler" es eso, el sampler como copia, una muestra de Momo que no es real, una desnaturalización del valor pagano."

-¿Los recitales de los Redondos funcionarían como estados de excepción, en este sentido?

-Es lo que uno ha intentado, con distinta suerte y, aunque llevamos 20 años, no deja de ser cíclico, porque no tocamos seguido. Cuando se habla del pogo más grande del mundo, es cierto. Están todos saltando, desde los de adelante hasta el que está atrás de todo. Siempre se ha vinculado el fenómeno Redondo con el paganismo, desde que llegamos por primera vez a la Capital, desde La Plata, en el año 76, y acá estaban de moda la seriedad del rock y la fusión. Nosotros éramos como un grupo medio pagano, que da un punto de vista, una mirada que está fuera del carácter general, incluso dentro de la cultura rock. Porque al entrar en la corporación ahora todo el mundo está pensando en colocar un par de hits en el top ten. Se ha perdido aquella cosa hippie de rebelión contra el estado de las cosas.

-Como productores independientes, ¿ustedes estarían fuera de eso?

-Para uno sería elogioso que eso pasara, pero me gusta pensar que lo intentamos. En esos momentos previos a ponernos a trabajar, que estamos ensoñando a mil, a veces estoy haciendo la plancha y ensueño que en el país de los ciegos el tuerto es Patricio Rey.

Otra sorpresa es una frase de Apuleyo incluida en los comentarios de tapa: "Te prometemos que en la alegría y la risa del festival nadie osará dar una interpretación siniestra a tu repentina vuelta a la forma humana".

-¿Cómo aparece aquí Apuleyo, un escritor latino que vivió en el siglo II?

-Me gustó ponerlo, porque parece haber una idea de que la creación depende de un tipo de pulsión de muerte, donde se terminan corriendo demasiados riesgos. En una cultura que ha estado confirmada por el exceso, la frase propone que si amainás un poco nadie va a creer que sos un tarado. Es prometerle a la gente que nadie lo va a cargar de culpas porque se revienta menos que en el disco anterior o porque cuide su salud. A mí no me interesa que alguien se mate para hacer una canción. Siempre decimos que preferimos a los músicos o artistas vivos, haciendo cosas. A mí no me interesa la vida personal de nadie, me interesa la obra. Me enriquecería que Luca pudiera seguir haciendo canciones o que a Lennon no lo hubieran matado. Me pareció bien, porque muchos de los artistas que nos rodean están llegando a una edad en que cualquier experiencia no ordinaria puede costarles la vida, avisarles que los preferimos vivos haciendo canciones y no que el álbum póstumo sea muy bueno.

Según cuenta el Indio, Apuleyo se mezcla, en el estudio Luzbola, con otras lecturas: los cuadernos de Eva Perón, la genética de Piaget, el libro "Sex" de Madonna, ensayos sobre la célula humana y "una teoría de la relatividad explicada para tololos".

En esa diversidad, en los enlaces entre cosas aparentemente inconexas, aparecerán los conceptos para futuras canciones. "Los artistas no deberíamos usar el pensamiento profundo sino el lateral, porque si te dedicás mucho a algo serás muy diestro en eso, pero no podrás armar relaciones de analogía, esa suerte de castillo de naipes que al derrumbarse genera una nueva visión. Un artista tiene que ser radialmente curioso."

 

 

Música para tiempos duros

El álbum muestra uno de los trabajos instrumentales más sólidos de estos tiempos. Los solos de guitarra parecen asimilarse a la voz, continuidad que le da a este disco fuerza inusitada. Es música fuerte para el sombrío tejido de historias que están en el borde. El disco también sorprende por la decisión compartida entre cantante y guitarrista de ser sus únicos protagonistas

-¿Cuál es la razón para llevar adelante esta historia entre los dos, sin toda la banda?

-Queríamos hacer un disco de edición, construir música con computadoras y samplers, pero alejados del mundo tecno. Decidimos usar esa ventaja para edificar algo más complejo, en especial respecto de texturas sonoras. Hubo más de experimentación que en otros trabajos. Teníamos ideas que, a medida que avanzábamos, tomaban distintas formas, algunas impensadas. Además, lo que sampleamos originalmente, luego lo tocamos para devolverle la pelota a la tecnología.

-¿Cómo es eso de las texturas?

-El disco tiene mucho de collage. Con Skay tomamos una infinidad de nudos melódicos y los adaptamos a nuestra visión de la realidad. Así logramos concretar texturas sonoras que tienen tanta fuerza en la totalidad del drama musical como la lírica o los solos de guitarra. Atmósferas que tienen según nuestra manera de ver, completa actualidad.

-¿Por qué se apartan de las historias tradicionales, donde hay una base rítmica y los músicos ponen ese calor?

-Primero, la banda ya está ensayando para presentar el disco algún día a partir de marzo. Además, no creo que el espíritu del rock se traduzca en hacer siempre lo mismo. La actualidad nos invade y nosotros respondemos usando las posibilidades adquiridas, es decir, no tenemos compromisos con nadie y eso nos ayuda a hacer un disco de este tipo, donde nos alejamos de esa actitud clásica que tiene el rock, de tocar con la banda en el estudio.

Skay: -El disco es, quizá, resultado de la experiencia que tenemos. Se arman mejores historias cuando componemos una idea y la desarrollamos de esta manera.

-Uno de los puntos más fuertes del disco es la relación estrecha entre la poesía y la guitarra.

Solari: -Una respuesta es que nos conocemos, pero la realidad es que le pusimos mucho tiempo a este trabajo y lo que logramos es una historia que tiene una fuerte complementación entre la parte hablada y el mensaje musical.

-¿Cómo hace alguien que no tiene vida pública (es decir, no se te ve en ningún lado) para mantener actualizado el lenguaje?

-Ese es mi trabajo; estoy dentro del mundo, no significa que porque no estoy en los bares no sepa lo que pasa. Mi idea es ser un francotirador; alguien que observa y relata. Skay y Poli, que están más liberados de la estampita, son mis fuentes, de donde tomo una parte de la realidad. También tengo sobrinos que me actualizan en el modo del mensaje.

-Más que drama musical, las historias del álbum tienen todos los condimentos de la tragedia...

-Hablo de lo que veo. Quizá lo que escribo tiene enigmas que permiten que el mensaje perdure. Hay algo de espejo con la realidad y algo que puede ser profético, me preguntaban si los shows de River tuvieron consecuencias sobre alguna letra de "Momo Sampler" y no, más bien el último tema de "Finisterre" prenuncia lo sucedido en River.

 

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