Viernes 17 de noviembre, SI, CLARÍN
ENTREVISTA EXCLUSIVA DEL INDIO DESPUES DE RIVER
"El éxito me pone incómodo"
Vive encerrado en una casaquinta con su mujer, veinte teclados, siete perros y, oh sorpresa, una escopeta. En su primera entrevista después de convocar 140000 personas, confiesa que está esperando un hijo, que volverá a tocar en el 2001 y que en Momo Sampler, el disco nuevo de los Redonditos de Ricota, se decidió a asumir más riesgos.
Cerca de la medianoche, el tipo está parado en una esquina de Palermo. Carlos "El Indio" Solari tiene cara de ansiedad. Vestido con un pantalón de tela de avión y zapatillas de trekking está esperando a su hombre. "No encuentro a mi chofer", dice.
Ese es el desenlace de una velada prolongada. Una sesión de charla amigable, estreno del nuevo disco, empanadas y cerveza por encargo, entrevista tensa y final precipitado. ¿Motivo? Skay, el anfitrión, venía de una mala noche, casi sin dormir. Alejado de sus otrora célebres trasnoches bohemias, el Indio quiere volver a casa temprano: después de algunos rodeos, reconoce con los ojos alegres que pronto será padre (varón, para más datos) y, se sabe, eso le cambia la vida a cualquiera. Incluso al experimentado front-man de Los Redonditos de Ricota, a la fecha la banda récord de convocatoria. A los 52 años, después de reunir 140 mil personas en River y convertir en una odisea independiente casi en prodigio global, Solari vive en paz con su propia leyenda.
Tenemos un desconecte de muchos años con él, pero cada tanto, nos trata de pingüinazos y nos hace acordar que por más que uno envejezca no se pone más piola. El hígado crece, el cerebro envejece.
Cuando batís todos los récord de la historia del espectáculo nacional, te permitís correr riesgos sabiendo que cualquier cosa te mejora. Siempre pienso que mi vida no es tan rica como para que los Redondos sean algo secundario. Pero también, por la formación de uno, hay una especie de desconfianza de la masividad. El éxito me pone incómodo.
El momento que disfruto realmente es el de componer. Solo.
La cantidad no me conmovió, de verdad. Los Redondos nunca tuvimos que luchar contra la adversidad. Cuando tocábamos en lugares para 100 personas, venían 150. Antes de llegar a River, hicimos Huracán y Racing. Quizás por eso no vea un shock en la convocatoria.
Es que lo fue. Sin dudas
Cuando llegó la noticia de que había un tipo lastimando gente me dieron ganas de no tocar nunca más. En ese momento, es muy difícil ponerse en el lugar del que convoca: a nosotros siempre nos adjudicaron no poder controlar la seguridad. Y no hay que olvidar la circunstancia social: es un país donde a tu viejo lo despidieron y no sale ni a afanar, tu hermano más grande empezó afanando motos pero ahora está en una más grande y vos empezaste en esa porque no ves ninguna posibilidad de laburo. Esa noche seguí porque creo que suspenderlo era peor.
A esta altura no tengo necesidad de montarme a alguna mentirita. Los Redondos no están en ningún negocio que no sea el expuesto, esas son elucubraciones del que piensa que atrás de esto hay poder. Creen que, porque metimos 140 mil personas y los sindicalistas apenas 15 mil, podemos arrastrar agua para su molino.
Lo mató la misma gente, a patadas, para sacarle el arma. No creo que haya pasado por ningún control ni sacado entrada, se mandó en la turba. Ni siquiera debe haber tenido un objetivo que lo beneficiara: estaba zarpado y lastimaba a los inocentes. De movida, no hay ningún tipo de reacción violenta de la gente que yo vaya a defender pero sí puedo comprenderla.
Debe ser una frontera extraña matar a alguien, no estoy a favor. Pero tampoco me entrego mansamente a la humillación. En mi casa tengo siete perros y una 12.70.
Sí, y de mucho calibre...
Mirá, del ligustro para acá que no venga nadie a romperme los huevos. Yo soy un opinólogo de cualquier cosa, lo que sea, pero cuando está en juego la gente que quiero, no sé que soy capaz de hacer. ¿Acaso no están de moda los secuestros express? Ya no se llevan a un industrial por medio millón sino que se cargan a cualquier perejil por 10 lucas. Por más que tengas leones en tu casa, si te la quieren dar, te la dan. Tampoco soy el único de mi barrio que tiene matraca...
La vida que llevó uno no fue sólo tocar la guitarrita. Yo tengo 52 años y he visto muchas cosas, en distintas épocas. Lo que pasa es que tantos años de Animal Planet cambian la mentalidad. Todavía llevo grabada la mirada del primer animal que maté. El uso de armas era algo común. Si tu viejo y tu hermano iban de caza, vos también. Aprendías a usar un arma como ahora los chicos usan el joystick.
Es el segundo capítulo de mi relación con las armas. Pero no es tema de entrevista.
Disco nuevo, ¿vida nueva?
El tema de esta entrevista es, también, Momo Sampler, el nuevo disco de Patricio Rey y sus Redonditos. El noveno para más datos. Y el primero hecho con una modalidad: no hay banda de rock. Solo están la voz, las letras y las texturas sónicas del Indio (más densas e inspiradas que en Último Bondi a Finisterre) y las guitarras de Skay (como siempre, punteos y riffs memorables, ahora más cerca del Zooropa de U2). Lo demás, un espíritu murguero desesperanzado y de alto contenido dramático. Alto vuelo conceptual.
Creo que es una reserva en la que los espíritus medio progresistas todavía encuentran el mejor lugar. Sin embargo, creo que estamos al final de la cultura rock, porque ya se ha fagocitado todo lo posible. Sigue siendo lo más progre aunque hoy sólo se copia a sí misma. Hay chicos que tienen quince años y en vez de tener una aventura de agregarle algo al mundo... son conservadores.
No sé, cuando yo era pibe no había ninguna pretensión sobre la música. No era el vehículo de ninguna cultura. ¿Por qué debemos pretender que el fenómeno de la cultura rock se imponga para siempre y la música sea el vehículo de las novedades?
Es que pasaron cosas muy importantes en la cultura rock. Hubo una infección en todos los rincones de la cultura. En quince o veinte años el mundo cambió mucho, para mi gusto para mejor. El rock fue la cultura más significativa, mucho más que las actitudes revolucionarias de los 60 y los 70, de eso estoy seguro. Ha modificado el mundo más que el marxismo.
La transformación metafísica de la gente. Para mí, la obra soy yo. Todas las experiencias no ordinarias que hice modificaron mi mirada de la vida.
Ojo, yo no me salgo del plato, soy un tipo que consume chucherías. Nosotros somos un producto de "tipo artístico" -no sé como mierda se llama esto de hacer canciones y venderlas-: la gente compra si le gusta. Vivo bien y me puedo comprar chucherías, aunque con bastante delicadeza. Si yo me quiero comparar un Jaguar puedo pero no lo hago por una delicadeza del espíritu, sería obsceno.
Yo compró chucherías. No es una cuestión heroica, no soy un asceta. Tengo veinte equipos Roland... pero los uso como herramientas. Rescato para mí que no es como comprarse chucherías que están en los shopping.
Cuando viajás, en cualquier lugar del mundo, encontrás las mismas marcas, las mismas boludeces.
Sí, voy y compro muchas cosas. Me gusta comprarme ropa. Acá no puedo porque me rompen mucho los huevos.
Hace como diez años,. No es un ambiente que me enriquezca. La bohemia me aburre y prefiero volver a casa temprano.
Trabajo todo el tiempo. compongo, leo, escucho música. Ahora tengo Luzbola, el estudio donde grabamos, y Luzbulo, un playroom donde están mis libros, la computadorita, un teclado, un mixer...
Tengo una compañera que es muy gamba. Decidí abandonar un poco la vida urbana porque el alto grado de decepción hace que necesite justificaciones para vivir. Durante el primer año que me mudé no conocía el parque: me quedaba jugando al pool toda la noche, bebiendo, me despertaba a la cinco de la tarde. Ahora me levanto todas las mañanas a las ocho.
Con el tiempo he aprendido algo respecto del principio ordenador del placer que rige a los Redondos. Después de cruzar la frontera, uno se da cuenta que el placer está justo al lado del límite... pero de este lado. Del otro es una experiencia enriquecedora pero nada gratificante. Hay que tener muchos cojones, un espíritu más cool que la palabra cool. No me da un valor agregado que un tipo se reviente.
Entiendo que un tipo que está pintando o tocando una canción se tome una pepa o una raya... porque no jode a nadie. Ahora si estoy entrando al quirófano y veo que el cirujano se está tomando un pase... si todavía la anestesia no me hizo efecto, me pongo la bata y me rajo.
La fiesta de Momo
Después de 16 meses de trabajo, Bellinson y Solari, rebautizados como Se-Si-Bon y Lubolo, terminaron Momo Sampler, el noveno disco de los Redonditos que sale hoy. La modalidad de trabajo fue absolutamente novedosa para una banda acostumbrada al pulso rockero. Grabaron y demearon por separado, cada uno en su estudio hogareño. Después terminaron de definir las once canciones.
"No hubo tracción a sangre", dice el Indio sin que se le mueva un pelo. "La banda también se está enterando del disco en estos días. Skay se los muestra para ensayar los temas".
Grabado entre Luzbola (el estudio de la casaquinta de Solari) y Panda y masterizado en Nueva York, viene con un colgante fundido artesanalmente en un taller montado especialmente por el artista plástico Rocambole para esta ocasión.
Van a faltar por lo menos cuatro meses, hasta que la banda pueda ensayar las versiones. Aunque el proceso fue más tecno que en Finisterre, creo que a la banda no le va a costar tanto tocarlo.
Estamos viendo. Yo añoro la dimensión de los teatros. Poly está viendo lugares. Nosotros tenemos una sensación que eso ya lo hicimos.
Causa pendiente
Sábado 15 de abril de 2000. Primera de las dos presentaciones en River. Están tocando el tema El Árbol del Gran Bonete mientras Poli recibe en el Backstage una parte: "Hay un tipo lastimando gente". Se encienden las luces, la banda se retira y El Indio vuelve a sacudir un monólogo que terminó con un: "Consideren ésta como una de sus últimas presentaciones".
Después se sabría que "la persona que jodía" era Jorge Ríos y fue asesinado por el público al que estaba cortando en el campo con un cuchillo de cocina. "Al tipo lo mató la misma gente, Fuenteovejuna. Estaba zarpado y lastimando inocentes", explica el Indio. "Yo no justifico la violencia, pero la comprendo" remata aún sobresaltado.