Viernes 27 de abril de 2001, SI, CLARIN
EXPEDICION REDONDOS, el reality show ricotero
7000 RICOTEROS CRUZARON A VER A LOS REDONDOS
Divididos
Sin dinero, sin comida, sin entradas y unidos sólo por la meta del estadio Centenario, tres fans recorrieron más de 1000 km. Esta es la historia del día
En los ficheros del viejo hotel céntrico de Montevideo, la cuenta de la habitación 12 permanece en rojo. Van cuatro días desde que esos tres argentinos subieron la escalera como si estuvieran trepando el Aconcagua. Es sábado a la noche y Damián se despide de la dueña con la promesa de "mañana le pago". Abajo esperan su novia Carolina y Miguel (alias "Manotas") que se presenta quejándose por el precio de la cerveza en Uruguay ("Allá en Tucumán, la sacás de cualquier súper por 90 centavos...¡Acá te la fajan 2 pesos!"). La víspera del show de Los Redondos en el Centenario llega a confundir: una bandera por aquí, una remera de Boca por allá, pero poca pista del desembarco que se viene gestando desde la otra orilla. "Apenas nos enteramos que tocaban, nos mandamos", suelta Carolina, que al recibir la novedad vendía artesanías en la Quebrada de Humahuaca junto a Damián. Esa tarde hurgaron todos los bolsillos y juntaron 30 pesos, suficiente para empezar a bajar a Tucumán a encontrarse con "Manotas". "Me vinieron a buscar por mi habilidad haciendo dedo", interviene el aludido mostrando su particular humor: por un defecto de nacimiento, no tiene brazo izquierdo y el derecho, incompleto, termina en un muñón con dos dedos. En San Miguel de Tucumán, buscaron un micro de los baratos para llegar hasta Paraná. Medio día más tarde llegaban sin un peso a la ciudad entrerriana. Un par de collares y anillos vendidos al costado de la ruta les dieron para comer, hasta que la piedad de un camionero los dejó en la fronteriza Paysandú. Pasa Damián y se queda del lado uruguayo, descansando en el piso. Intenta Carolina, pero el DNI le juega en contra. "Manotas" intenta convencer a las autoridades, mientras un vigilante se acerca a Damián. "Levantate, esto no es Argentina", le dice el policía. "Más vale, porque si no sería una provincia nuestra", devuelve el artesano. Fin de los trámites: retroceden varios casilleros. Como decía el director técnico: "Para saber entrar hay que saber salir". Para encontrar el hueco, la clave es ir hasta Gualeguaychú y penetrar por el más permisivo paso de Fray Bentos. ¡Bingo! Un tal Ariel (camionero) los levanta y los lleva directo a Montevideo. "Lo arreglamos con un par de churrascos, puchos y un tetra", explica Carolina. De ahí al hotel y a esperar que se produzca el milagro. "Entrar vamos a entrar: como discapacitado, puedo ingresar hasta con un acompañante. Me mando con Carolina y después salgo a buscar a Damián", teoriza Manotas sobre la indeseada discapacidad que ahora se transforma en el Premio de Inmunidad que los depositará puertas adentro. Damián interrumpe para meter un bocadillo y Manotas lo frena en seco. La situación se pone tensa y lo explican casi a dúo. "Desde que salimos, cuando uno dice A el otro dice B. No nos ponemos de acuerdo en nada. A uno le gusta el vino, al otro la cerveza. No vemos la hora de que pasen los shows y cada uno siga por su lado". Manotas, además, se jacta de tener un vínculo especial con Los Redondos. Es el primo del chofer que tiene el Indio en Parque Leloir. "Una vez estuve charlando con él. Le pregunté por qué no venía nunca a Tucumán y me dijo que era por los costos" dice este ex promotor de recitales, en bancarrota desde el 12/9/98, cuando Charly García no se presentó a un show en Tucumán. "Está procesado e imputado. No sólo le estoy haciendo una demanda civil por plata, sino también una penal para que vaya preso" dice clamando venganza. ¿Mandarías a Charly preso? "El me cagó la existencia humana. Sigue siendo mi ídolo, pero como persona...". "Tengo algo muy fuerte en el corazón. Hay chicos que se vinieron hasta de Tucumán". Un segundo antes de volver a desatar "el pogo más grande del mundo" con el impostergable Ji Ji Ji el Indio Solari se acordó de ellos entre más de 20 mil. La cita del líder de Los Redondos, los encontró unidos y dominados por una fuerte emoción. A falta de 100 mil dólares de premio por tanto esfuerzo, el reconocimiento hizo olvidar todo. El martes Manotas partió a saludar a su familia en Buenos Aires. Hasta entonces, eran 3. Pronto quedaron 2